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     La política del dólar, iniciada al fin de los años setenta, golpeó fuertemente a las economías endeudadas latinoamericanas. Hasta hace poco, en muchos países de América Latina se creía firmemente que el problema de la deuda externa había sido resuelto. Si bien la deuda no había desaparecido, al menos había pasado a un segundo plano. Y dentro de este espíritu optimista se hablaba incluso del fin de la crisis económica, en la medida que la región, entre 1990 a 1994, experimentó una expansión de sus economías y una reducción de la inflación, en medio de un extraordinario reflujo de capitales.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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